Una de las cosas que más me gusta hacer es la transformación de muebles. No me entendáis mal, me encanta restaurar a la vieja escuela, hacer lucir a un mueble de madera o dar un nuevo look a un mueble pintándolo de un color sorprendente… Pero transformarlo, dando al mueble una utilidad o un proposito nuevo me apasiona. Será por mi adicción fuerte al antes y después, ya que en procesos de transformación se nota muchísimo el cambio, tanto que a veces cuesta creer que es el mismo mueble. Así que cuando se presenta una oportunidad para modificar un mueble no la dejo escapar.
Con esta cajonera lo vi claro. Teniendo el sobre de mármol y las dimensiones adecuadas, soló faltaba que me lo pidiese: había que transformarlo en un mueble de baño.
Algunos cambios estructurales sí que hacía falta hacer, aparte de lo obvio; hacer sitio para el lavamanos, el grifo y la tubería. Primero decidimos añadir patas, por un lado por cuestiones de altura y por otro por cuestiones prácticas – mejor que haya un hueco abajo para poder pasar el mocho y por si cae agua en el suelo. Aparte de eso también decidimos quitar el espejo porque quedaba un poco bajo y definía mucho el estilo de la pieza en cuestión.
Herramientas y materiales
Sierra
Dremel o taladro
Sargentos
Destornillador
Lima
Martillo
Cutter
Regla
Metro
Lápiz
Cola blanca
Pincel
Rodillo
Grifo
Lavamanos
Patas prefabricadas de madera maciza
Pintura a la tiza – chalk paint
Barniz incoloro
Pomos
Las patas delanteras las compramos prefabricadas y eligimos una forma que fuese coherente con el diseño del mueble. Como no había una superficie adecuada para conectarlas fabricamos unas esquinas de madera que las pudiesen aguantar. A éstas conectamos las patas.
Las patas traseras en cambio las fabricamos por nuestra cuenta. Las hicimos simples y rectas, ya que no se ven y para que sea más fácil ajustar el mueble a la pared. El mueble, de una edad bastante avanzada, necesitaba algunos retoques y refuerzos. Hicimos también agujeros para poner pomos; nos pareció que estéticamente tiene más encanto y además la apertura con llave no es lo más práctico para un mueble de baño.
Una vez la estructura está estable se puede empezar a pintar. Nosotros optamos por un blanco roto grisáceo, un tono sereno que puede adaptarse fácilmente a cualquier baño. Pintamos 3 capas de chalk paint y dimos dos capas de barniz incoloro para impermeabilizar el mueble.
Para hacer sitio al lavamanos y al grifo tuvimos que agujerear el mármol. Aquí ya nos dirigimos a un profesional para que lo hiciese (suerte de los vecinos). Hicimos la foto del mármol al revés para que se pueda apreciar el corte original, hecho a mano, de los laterales (uno de las varias indicaciones de la edad avanzada del mueble). También tuvimos que hacer sitio para los tubos cortando los cajones. Pero decidimos no perderlos del todo, partiendo de la idea de que un sitio pequeño para almacenaje es mejor que ninguno.
Que placer ver el resultado final, fresco, ligero y elegante.
Un mueble de baño lleno de historia, encanto y personalidad.
Por suerte está a la venta. Lo podéis encontrar en nuestra tienda online